Seguimos con LA MEJOR TRILOGÍA DE LA HISTORIA DEL CINE (no
admito discusión) y hoy toca hablar de Las dos torres, la segunda de esta saga.
Esta es, seguramente, la menos valorada de las tres y yo
misma estaba de acuerdo con esta afirmación. Sin embargo, con cada visionado,
la veo con mejores ojos.
Es cierto que La comunidad del anillo tiene el encanto de
ser la primera, la sorpresa, la que nos hace meternos en situación y entender
este mundo. Pero esta segunda es más adulta, más oscura y con más acción.
Tras la disolución de la Compañía del Anillo, Frodo y su fiel amigo Sam
se dirigen hacia Mordor para destruir el Anillo Único y acabar con el
poder de Sauron. Mientras, y tras la dura batalla contra los orcos donde
cayó Boromir, el hombre Aragorn, el elfo Legolas y el enano Gimli
intentan rescatar a los medianos Merry y Pipin, secuestrados por los
orcos de Mordor. Por su parte, Saurón y el traidor Sarumán continúan con
sus planes en Mordor, a la espera de la guerra contra las razas libres
de la Tierra Media.
La primera película nos dejó con la Comunidad dividida.
Frodo y Sam a su suerte en peregrinaje a Mordor. Pippin y Merry capturados por
los Uruk-hai para ser sometidos al juicio de Saruman y Aragorn, Legolas y Gimli
en su rescate. Las dos torres se desenvuelve, así, narrándonos las tres
historias de manera intercalada.
Frodo y Sam vagan perdidos por la Tierra Media queriendo
llegar a Mordor pero, seamos realistas: Dos hobbits que no han salido en su
vida de la Comarca, solos en camino a la Puerta Negra, sin mapa ni nada… lo
tienen complicado. Aquí es donde aparece Gollum, que se convierte en su guía. Interpretado
de manera magistral por el rey de la captura de movimiento, Andy Serkis y,
aunque canta la integración 12 años después, no tanto como cabía esperar y
envejece dignamente.
Gollum es el ejemplo del daño perturbador del anillo, que ha
provocado en él un trastorno de bipolaridad. Es un personaje complejo, con una
personalidad ruin, egoísta y ambiciosa que ansía el anillo por encima de todo y
otra inocente, infantil y sumisa que provoca en el espectador compasión e
incluso ternura o cariño.
Mientras que Sam es consciente de que Gollum está totalmente
poseído por el anillo y no se fía de él, Frodo se apiada de él y reconoce en su
parte “buena” a Smeagol, que “no fue algo muy distinto a un hobbit un día”.
Frodo ve en Smeagol su posible futuro y, tal y como le explica a Sam, debe
creer que va a recuperarse, pues eso significaría que él también podría
hacerlo.
Gollum y Smeagol evolucionan toda la película luchando por
imponerse en la personalidad del personaje y Smeagol parece adelantarse,
expulsado a Gollum y sirviendo fielmente al amo (Frodo).
En su camino, los tres se topan con Faramir, el hermano de
Boromir, que les da la noticia de su muerte. Faramir, al igual que su hermano,
se ve tentado de llevar el anillo a Gondor para usarlo de buena fe y valerse de
su poder para vencer a Mordor. Sin embargo, Faramir demuestra más fuerza de
voluntad y se da cuenta de que el anillo sólo traerá desgracia y deja marchar a
Frodo.
En este tiempo, es cuando Gollum vuelve a tomar el control
debido al poder de anillo y, sobre todo, a la traición de Frodo.
También en este tramo de la película, demuestra su carisma
Sam que, aunque siempre a la sombra de
Frodo y en segundo plano, es quien lo mantiene en pie. No pierde la
esperanza, cuida de él y sigue a su lado (como buena esposa) a pesar del
comportamiento que pueda tener Frodo por la influencia del anillo. Sam sigue
ahí a pesar de todo porque es fiel y sabe que Frodo lo necesita aunque él
piense que no y lo deja claro con el discurso esperanzador sobre los héroes de
las historias que pronuncia en Osgiliath para animar a Frodo a seguir después
de que Frodo casi le clavara a Dardo en un momento de debilidad al aparecer un Nazgûl (que aparecen por primera vez en esta película a lomos de unos dragones de diseño increíble).
En la trama de Frodo, Sam y Gollum, éste último nos regala
varias de los momentos más coñeros de la película gracias a su incivilización.
Por ejemplo, la conversación de las papas con Sam o la canción de los “ricos
peces” en el Estanque Vedado.
En otro lado de la Tierra Media, tenemos a Merry y a Pippin,
en medio de los Uruk-hai y de los orcos. Mención especial a los Uruk y a los
orcos y al espectacular maquillaje, sin pizca de ordenador (Bravo Peter
Jackson! Tú antes molabas).
Nuestros dos medianos simpáticos huyen de los orcos hacia el
bosque de Fangorn, donde conocen a Bárbol, un Ent (un ser con forma corporal de
árbol que puede moverse y hablar).
Para muchos, esta parte resulta aburrida, pero a mí me
parece que hace respirar a la película de forma entrañable. Bárbol es
presentado como un abuelete que ya está muy curtido de la vida y vive ajeno a
las batallas de otros. Vive lento y sin agobios, pues ya está en el ocaso de su
vida e incluso de su especie.
Parece que Pippin y Merry han madurado un poco, sobre todo
Merry, que se da cuenta de que esta guerra no es ajena y que tienen que tomar
parte, pero no son capaces de convencer a Bárbol. Sólo decide implicarse cuando
descubre que muchos de sus amigos Ent han sido masacrados por orden de Saruman
y, dolido, convoca al resto para iniciar la Última marcha de los Ent en
venganza con la banda sonora en ascenso que hace emocionarnos a más de uno.
Y la historia que lleva la voz cantante y eclipsa a las
demás, la de Aragorn, Legolas y Gimli en busca de Merry y Pippin. En realidad
es la trama principal y de la que estamos atentos y, las otras dos, funcionan
de aire para ella.
Los tres amigos se adentran en Fangorn en busca de Merry y
Pippin y se encuentran con una agradable sorpresa, SPOILER (por si no has visto todavía la
película, en cuyo caso mereces la muerte!) Gandalf, que tras haber derrotado al
Balrog (en una escena épica “entre fuego y agua”) aparece ahora convertido en
Gandalf El blanco.
Los cuatro, se dirigen a Rohan para liberar a su rey,
Théoden, del envenenamiento de Saruman. Tras una especie de “exorcismo” Théoden
vuelve a la cordura y, ante la amenaza de Isengard, decide refugiar a su pueblo
al Abismo de Helm.
Gandalf desaparece en busca de ayuda y Aragorn, Legolas y
Gimli se unen a los habitantes de Rohan en el éxodo hacia el Abismo.
En este camino, se desarrolla la pseudo-historia de amor
entre Éowyn y Aragorn en el que ella queda prendada de él pero el corazón de
Aragorn pertenece a Arwen (Las historias de amor innecesarias que bien podrían
haber sido eliminadas de El señor de los anillos, pero claro, tenía que haber
alguna y, aún por encima, tenía que ser un peñazo) y Aragorn cae por un
barranco al ser emboscados por una hueste de orcos a lomos de huargos
digitales. Tragedia.
Por fin llegamos al Abismo de Helm y reaparece Aragorn, que
nadie se creía que había muerto y avisa de un ejército de Uruks se acerca. Y LA
BATALLA! (No sabría elegir entre la batalla del Abismo de Helm y la del
Pelennor. Bueno sí, la del Pelennor… pero esta tiene Uruks!).
En una noche oscura y lluviosa, la batalla empieza con humor
por parte de Gimli y Legolas con su “¿te lo describo, Gimli? ¿o te voy buscando
un taburete?”. La contienda tiene un ritmazo tremendo y no nos deja despegar la
vista de la pantalla y es que hay pocos que le hagan sombra a Peter Jackson
rodando batallas como lo hace en El señor de los anillos. Esta batalla es
epicidad, con toques de humor con Gimli y Legolas contando su víctimas
intercalado con la tensión en aumento hasta que Legolas no puede matar al Uruk
que coloca un explosivo en el sumidero del muro.
A partir de aquí, los enemigos ganan terreno minuto a
minuto, pero nuestros amigos no pierden fuelle. Incluso el rey saca sus últimas
fuerzas para alentar a grito de “¡¡Eorlingas!!” a sus hombres a luchar a su
lado y no rendirse mientras suena el cuerno del Abismo de Helm. PELOS DE PUNTA.
Por si no fuera poco épico, en el horizonte, aparece Gandalf, con Éomer y los
Rohirrim (desterrados cuando el rey estaba poseído por Saruman) para brindar
esperanza y acabar con los Uruk-hai cabalgando colina abajo acompañados de una
luz cegadora y una banda sonora apoteósica que hace que se nos salten las
lágrimas. ¡DIOOOOOS!
“La batalla por el Abismo del Helm ha terminado. La guerra
por la Tierra Media no ha hecho más que empezar”.
Todo esto, respaldado por un diseño de producción
espectacular. Rohan con esa inspiración vikinga, el maravilloso Abismo de Helm,
austero y sombrío pero sólido y seguro integrado en la misma montaña, Rivendel.
El cuidado vestuario de los elfos, la caracterización de los personajes.
Y, por supuesto, LOS PAISAJES. Nueva Zelanda, te queremos!
En resumen, la segunda parte de una historia magnífica llena
de aventuras y epicidad que forma parte de la historia del cine y que, si no
has visto, ya estás poniendo el DVD.
Os dejo el tráiler para ir abriendo el apetito:
También podéis leer la crítica de El señor de los anillos: La comunidad del anillo
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